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Eduardo Vázquez Martín
Sobre Antes
Mónica Castellanos y Susana Romo entran en verdad en personaje, es decir rompen la frontera de la ficción, de la reinterpretación, para vivir en el escenario. Si Boullosa narra el encuentro de una niña con la muerte de su madre, la pérdida definitiva del mundo imaginario tejido de sueños, juegos y pesadillas que la muerte transfigura cruelmente en el desamparo de la realidad, las actrices reviven la tragedia desde su propia experiencia, es decir desde sí mismas, porque ponen esos sentimientos en su cuerpo y desde ahí juegan, danzan y lloran. Entran en la casa de muñecas como si tuvieran seis años, quiero decir que de pronto su cuerpo de mujeres regresa a esa estura, que no actúan como niñas, sino regresan a la niñez.
Después de la muerte de la madre el mundo tiene un antes y un después, pero esa experiencia es descrita por Boullosa con una fidelidad desgarradora, desde las antípodas del melodrama o el chantaje emocional; es vista con los ojos de niña, de perversa polimorfa, diría don Sigmund. Enemiga radical de la cursilería, la autora de La salvaja no busca hacernos llorar, no nos regala ese desahogo, porque hay dolores que secan los ojos y nos arrancan el corazón. Eso mismo nos hizo vivir ayer
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