sábado, 25 de noviembre de 2006

Destinos urbanos Escuela de Artes o La Monja Custodia



Mayte Romo

La ancestral progenie espiritual de la Escuela de Artes es resguardada, y se sabe de cierto, por una mujer que no está viva, aunque tampoco ha muerto: la Monja Custodia.

* Esteban N. era un estudiante de danza de 12 años de edad. Una tarde, se quedó solito en el salón donde, por estos días, Nicolás Núñez imparte el taller Fundamentos básicos. Esteban detectó de reojo la presencia de alguien que se replegaba contra la pared para no ser visto, o ¿vista? El niño supuso que se trataba de su tía. Volteó de súbito y vio claramente que alguien salió. Decidió seguirla. Ya había avanzado unos pasos cuando su tía lo llamó desde la dirección opuesta. Esteban se volvió a su tía. El terror se le convirtió en frío que lo invadió hasta los huesos.

* Panchito, antiguo cuidador de la Escuela, prefería no contar sus experiencias pero solía decir: “me cai que sí hay Monja”. Se lo contó a Myrna Vargas. Ella no cree en fantasmas, pero un día le cayó la madrugada chambeando en la Escuela. A las 3 de la mañana, su vejiga reclamó descanso. Comenzó a andar el pasillo que conduce al baño y sintió algo. Ella, “te juro que no creo en nada de eso”, sintió algo: frío, ñáñaras, “no sé qué”, que tuvo que regresarse a trabajar y aguantarse “las ganas de miar hasta las 5 de la mañana”.

* Carmen Zavaleta era la única que tenía llave de las bodegas. Había pasado semanas arreglando el desorden que en ellas imperaba; abría con su llave, ordenaba, cerraba con su llave, se iba. Su rutina cambió en el momento en que abrió con su llave y encontró en el suelo un triángulo hecho con baquetas y una tela dispuesta en torno al triángulo. En el centro había un peluche, dispuesto a modo de ofrenda.

Se sabe de cierto, pero nadie lo cree. La Monja Custodia mantiene su espíritu amalgamado a las paredes de la Escuela de Artes. Si quiere confirmarlo, visite sus pasillos esta fría madrugada.

No hay comentarios: